Uno de los Pilares de Educación: Aprender a aprender
Los
pronósticos acerca de la importancia creciente que asumirá la función de
aprender a aprender en la educación del futuro, se basan en dos de las
características más importantes de la sociedad moderna: (1) la significativa
velocidad que ha adquirido la producción de conocimientos y (2) la posibilidad
de acceder a un enorme volumen de información. A diferencia del pasado, los
conocimientos e informaciones adquiridos en el período de formación inicial en
las escuelas o universidades no permitirán a las personas desempeñarse por un
largo período de su vida activa. La obsolescencia será cada vez más rápida,
obligando a procesos de reconversión profesional permanente a lo largo de toda
la vida. Pero además de la significativa velocidad en la producción de
conocimientos, también existe ahora la posibilidad de acceder a una cantidad
enorme de informaciones y de datos que nos obligan a seleccionar, a organizar,
a procesar la información, para que podamos utilizarla.
En
estas condiciones y para decirlo rápidamente, la educación ya no podrá estar
dirigida a la transmisión de conocimientos y de informaciones sino a desarrollar
la capacidad de producirlos y de utilizarlos. Este cambio de objetivos está en
la base de las actuales tendencias pedagógicas, que ponen el acento en los
fenómenos meta-curriculares. David Perkins, por ejemplo, nos llama la
atención acerca de la necesidad de distinguir dos tipos de conocimientos: los
de orden inferior y los de orden superior. Los primeros son los conocimientos
sobre determinadas áreas de la realidad. Los de orden superior son
conocimientos sobre el conocimiento. El concepto de meta-currículum se refiere
precisamente al conocimiento de orden superior: conocimientos acerca de como
obtener conocimientos, acerca de como pensar correctamente, acerca de nociones
tales como hipótesis y prueba, etc.
Si el objetivo de la educación consiste en transmitir estos conocimientos de
orden superior, el papel de los docentes no puede seguir siendo el mismo que en
el pasado. Su función se resume, desde este punto de vista, en la tarea de
enseñar el oficio de aprender, lo cual se contrapone al actual modelo de
funcionamiento de la relación entre profesor y alumno, donde el alumno no
aprende las operaciones cognitivas destinadas a producir más conocimiento sino
las operaciones que permiten triunfar en el proceso escolar. En el modelo
actual, el oficio de alumno está basado en una dosis muy alta de
instrumentalismo, dirigido a obtener los mejores resultados posibles de acuerdo
a los criterios de evaluación, muchas veces implícitos, de los profesores.
En qué consiste el oficio de aprender? Al respecto, es interesante constatar
que los autores que están trabajando sobre este concepto evocan la metáfora del
aprendizaje tradicional de los oficios, basado en la relación entre el experto
y el novicio. Pero a diferencia de los oficios tradicionales, lo que distingue
al experto del novicio en el proceso de aprender a aprender es la manera como
encuentran, retienen, comprenden y operan sobre el saber, en el proceso de
resolución de un determinado problema.
A partir de esta pareja "experto-novicio", el papel del docente se
define como el un "acompañante cognitivo". En el proceso clásico de
aprendizaje de determinados oficios, el procedimiento utilizado por el maestro
es visible y observable. El maestro muestra cómo se hacen las cosas. En el
aprendizaje escolar, en cambio, estos procedimientos están ocultos y el maestro
debe ser capaz de exteriorizar un proceso mental generalmente implícito.
El "acompañante cognitivo" debe, por ello, desarrollar una batería de
actividades destinadas a hacer explícitos los comportamientos implícitos de los
expertos, de manera tal que el alumno pueda observarlos, compararlos con sus
propios modos de pensar, para luego –poco a poco – ponerlos en
práctica con la ayuda del maestro y de los otros alumnos. En síntesis, pasar
del estado de novicio al estado de experto consiste en incorporar las
operaciones que permiten tener posibilidades y alternativas más amplias de
comprensión y solución de problemas.
El concepto de "acompañante cognitivo" permite apreciar los cambios
en el rol del maestro o del profesor como modelo. En el esquema clásico
de análisis de la profesión docente, el perfil "ideal" del docente
era definido a partir de rasgos de personalidad ajenos a la práctica cotidiana
de la enseñanza. En este nuevo enfoque, en cambio, el docente puede desempeñar
el papel de modelo desde el punto de vista del propio proceso de aprendizaje.
La modelización del docente consistiría, de acuerdo a este enfoque, en
poner de manifiesto la forma cómo un experto desarrolla su actividad, de manera
tal que los alumnos puedan observar y construir un modelo conceptual de los
procesos necesarios para cumplir con una determinada tarea. Se trata, en
consecuencia, de exteriorizar aquello que habitualmente es tácito e implícito.
Sobre estas bases, el desempeño docente permitiría, al menos teóricamente,
superar algunos de los dilemas típicos de los profesores de enseñanza
secundaria, particularmente el dilema producido alrededor de la identidad del
profesor como educador o como especialista en su disciplina. Como se sabe, el
profesor de secundaria –a diferencia del maestro de escuela básica – enseña una
determinada disciplina. Esta vinculación con el conocimiento produce una doble
lógica de intereses, lealtades y pautas de prestigio: las que provienen de la
disciplina y las que provienen de la profesión de educador. Los diagnósticos al
respecto son elocuentes. José M. Esteve, en un reciente ensayo sobre la
formación inicial de los profesores de secundaria, señalaba con claridad que
las instituciones de formación de los profesores, generalmente las
universidades, ofrecen un modelo de identificación profesional basado en el
concepto de investigador-especialista, más que en el concepto de
profesor-educador. Tomando el ejemplo de la historia, Estévez señala que
"los estudiantes se definen a sí mismos como futuros historiadores y no
como futuros profesores de historia" y que "la enseñanza en la
secundaria sólo es percibida como una alternativa de segundo orden: un fastidio
lamentable para escapar Alfaro. Este fenómeno se presenta con características
más o menos similares para otras áreas como las ciencias y las artes, donde los
estudiantes son formados como científicos o como artistas y no como profesores
de esas áreas del proceso pedagógico.
Esta dimensión del problema de los profesores de secundaria es una de las
cuestiones claves de la actual crisis de este nivel. En la medida que la
cobertura se ha universalizado y que una parte importante de la educación
secundaria clásica pasa a formar parte de la educación obligatoria, el modelo
tradicional del profesor por disciplina que va de un establecimiento a otro,
sin tener en cuenta las características individuales de sus alumnos ni el
perfil institucional del establecimiento, asume características
significativamente di Sin embargo, desde el momento que la tarea de enseñar no
se reduce a transmitir conocimientos e informaciones de una disciplina –la
historia, por ejemplo sino las operaciones que definen el trabajo del
historiador, la dicotomía entre la enseñanza y el trabajo científico tiende a
reducirse. Este enfoque implica, obviamente, un esfuerzo mucho mayor en el
proceso de aprendizaje, tanto por parte del profesor como de los alumnos y abre
una serie muy importante de problemas para la formación inicial de los
profesores, sus modalidades de trabajo pedagógico, sus criterios de evaluación
y los materiales didácticos.
Aprender a aprender también modifica la estructura institucional de los
sistemas educativos. A partir del momento en el cual dejamos de concebir la
educación como una etapa de la vida y aceptamos que debemos aprender a lo largo
de todo nuestro ciclo vital, la estructura de los sistemas educativos está
sometida a nuevas exigencias. La educación permanente, la articulación estrecha
entre educación y trabajo, los mecanismos de acreditación de saberes para la
reconversión permanente, etc. son algunos de los nuevos problemas y desafíos
que la educación debe enfrentar en términos institucionales. Funcionales con
los objetivos perseguidos.